Aunque para la mayoría los adios no son fáciles, pensé que el sentimiento cambiaría al pasar el tiempo; al darse cuenta que la vida se mantiene en constante movimiento y cambio; al presenciar la partida de otros; el estar tan lejos de seres amados por tanto tiempo ya... Pero no es del todo así. La melancolía y el sentimiento de pérdida aún se presentan aunque no con la misma intensidad.
Es difícil no recordar las veces que he tenido o tuvieron que decirme adios. El transportarse a esos instantes ha resultado inevitable y me pone al borde de las lágrimas. No obstante, me alegro al darme cuenta e imaginarme lo diferente que sería mi vida si ese adios no se hubieran dado.
Ya lo dijo Hunter S. Thompson, "Quien es el hombre más feliz, el que ha enfrentado la tormenta de la vida y vivió o el que se ha mantenido de forma segura en la costa y existía solamente?"
O Max DePree, "No podemos convertirnos en lo que queremos ser, permaneciendo lo que somos".
Hace ya doce años y medio que tomé la decisión más importante en mi vida: dejar el lugar donde nací y aventurarme a continuar mi vida a miles y miles de kilometros de distancia. La decisión me cambió radicalmente y no hay minuto o circumstancia que me haga arrepentirme.
Mientras que el cambio al que me aventuro comienza a ponerme de nervios y despierta mi melancolía, espero en doce años no me haga arrepentirme y de igual manera como el día de hoy, me haga feliz por haberlo llevado a cabo.
1999. A punto de partir. |
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