domingo, febrero 01, 2015

cumpleaños feliz




Recuerdo a mi nena cuando era una pequeña bebé como si fuera ayer.

Recuerdo sus cachetitos esponjaditos y chapeaditos. Su falta de cabello que la hacía ser el centro de atención a donde quiera que la llevaba mientras vivimos en México. Recuerdo cuando la bañaba, manoteaba y se carcajeaba mientras me veía toda salpicada de agua. Cuando bailaba con ella en la andadera, mientras que su abuelita cantaba y le aplaudía. Cuando dormía junto a mí y su aliento me ponía a dormir a mí también. Recuerdo su primer caída de la cama y cómo lloré y me culpé por ser tan distraída. Cuando comenzó a leer y el primer libro que me leyó completito. El primer día de kindergarten. Su primer pijamada...

Ayer salió con su amiga al cine. Sola e independiente por primera vez se fué de compras. Una vez que la dejé en la puerta del cine, tuve que estacionarme pues me solté a llorar. No de temor, no de tristeza, sino porque la alegría me abordó.

La veo y me siento tan feliz de lo que he cosechado. No necesita ser perfecta y no espero que lo sea. Me hace reír, me abraza como cuando era una bebé, me cuenta sus locas historias de la secu, me ayuda con mis combinaciones al vestirme, nos pintamos las uñas, platicamos de la música que toca en la radio y hasta de cómo ha cambiado la forma de resolver las matemáticas. Cocinamos y horneamos juntas (aunque tengo que darle el mayor crédito a ella por la pasión por hornear) y muchas veces ya me ha sorprendido cocinando una comida completa.

Hoy, con un montón de nieve afuera y mientras el pronóstico del tiempo llama a una tempestad de viento y nieve, celebramos su cumpleaños catorce. Mientras jugábamos en la nieve, me preguntó "por qué tiene que nevar en mi cumpleaños cada año?"
"Eres mi bebé de Nieve, una bebé de invierno... Quien se convertirá en un adulto grande, brillante y exitoso.", le respondí. Y lanzando su brazo sobre mi hombro sonrió y nos tomamos una foto.