Deja de hacerlo.
Cuando somos adolescentes sentimos que el tiempo se nos acaba, que tenemos que correr, apresurarnos y encontrar a el amor de nuestras vidas. Nos queremos acabar la vida de un solo bocado y difícilmente nos detenemos a disfrutarla a bocaditos.
En cuestiones del amor, siempre pensé me iva de la patada durante mi adolescencia. Si el tipo no llamaba al siguiente día o a él yo no le gustaba, me ahogaba en un valle de lágrimas. Horas después sentía un inmenso coraje y me proponía no "sufrir" nunca más por un desamor... Hoy miro hacia atrás y doy "gracias" a la vida por haberme puesto en las situaciones que me puso, pues fueron esas situaciones las que me ayudaron a encontrar a mi verdadero amor.
No se si creer en el destino, es una cuestión espinosa pues siempre he tratado y esforzado por pensar racionalmente -- no hay destino, sólo circunstancias que uno mismo determina mediante nuestras acciones. Cuando se trata del amor, me meto en líos al tratar de ser racional...
Fué cuando dejé de hacer lo que no me hacía feliz y me arriesgué a salir de mi zona de conformismo cuando encontré a ese ser que, tal parece el "destino" tenía preparado para mí y el que día a día se ha convertido en el amor de mi vida. Porque no, hace trece años no sabía lo que "el amor de mi vida" sería. Han sido años en los que he aprendido a valorar a este hombre y entender completamente lo que esa etiqueta "el amor de tu vida" significa para mí. Mientras que nada está escrito en piedra y no sé si en diez años más le seguiré llamando de esta manera, me atrevo a decir hoy, que estoy feliz porque el amor de mi vida en este momento, cada mañana despierta junto a mí.