Sería el mejor regalo que podría recibir yo, pero sobre todo mamá. Y mientras escribo por escribir esta noche, me pregunto qué sería lo primero que haría al llegar a casa de mamá. Quizá nos tomemos una tazita de café mientras nos decimos que no hemos cambiado nada y nos asombramos al ver qué tan grandes ya están mis retoños. Tal vez le confiese uno que otro secreto a mi madre, de esos secretos que en la adolescencia se guardaron y juraron nunca decir. O igual y simplemente le comparto mi nueva adicción por el gis, al que le he encontrado una debilidad difícil de describir.
...Escribir por escribir.